Bocas de expendio
Digresiones
(21)
Escritos sobre la timidez
(3)
Palabrerío
(14)
Pecados
(2)
Relatos infundamentales
(14)
Viajes
(7)
sábado
respuesta a ANA
siento que hay espacios vacíos que nada llena. insastifacción persistente. y agobio de una vida que nunca nos da lo que queremos en el momento justo, porque nunca estamos seguros de aquello que queremos. por ignorancia, por soñadores, por estúpidos. quizás ni nos damos cuenta de que lo que llego es lo que queremos. y queremos otra cosa. o nos damos cuenta de que queríamos aquello que pasó sin gloria y con pena.
Yo viví medrosa de la otredad, no sabía que todos residían en mí
Hay tanta desgracia. Convivimos con la tristeza en los lugares más insólitos, incluso admirando un paisaje podemos encontrar cierta desazón. Tenemos infinidad de sueños y, a algunos de nosotros, sólo se nos dan dos.
Nuestra autoestima sube y baja, se empina y cae como ave cazadora. Y así vamos boyando alrededor de alguna esperanza que nace con pocas chances de realizarse.
Pero. Hay otros momentos, quizás imperceptibles para el ojo poco obervador, en los que se nos manifiesta algo indeterminado pero que nos llena de gozo. Se calma el galope del corazón, se equilibra el curso de la sangre y uno encuentra algo así como su centro, como un lugar de firmeza y de seguridad.
Un amanecer, un ocaso, un hornero, una flor, una nube, una sonrisa, una cervez fría, momentos solitarios en los que uno se encuentra con todo. O, en otras ocasiones, compañías silenciosas que comparten nuestro disfrute y acarician la misma sensación.
La felicidad no puede ser otra cosa, no puede ser más que conocer la posibilidad de regocijarse en ese instante. Y esos instantes están ahí cerquita nomás.
Nuestra autoestima sube y baja, se empina y cae como ave cazadora. Y así vamos boyando alrededor de alguna esperanza que nace con pocas chances de realizarse.
Pero. Hay otros momentos, quizás imperceptibles para el ojo poco obervador, en los que se nos manifiesta algo indeterminado pero que nos llena de gozo. Se calma el galope del corazón, se equilibra el curso de la sangre y uno encuentra algo así como su centro, como un lugar de firmeza y de seguridad.
Un amanecer, un ocaso, un hornero, una flor, una nube, una sonrisa, una cervez fría, momentos solitarios en los que uno se encuentra con todo. O, en otras ocasiones, compañías silenciosas que comparten nuestro disfrute y acarician la misma sensación.
La felicidad no puede ser otra cosa, no puede ser más que conocer la posibilidad de regocijarse en ese instante. Y esos instantes están ahí cerquita nomás.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)