sábado

Mientras me fumaba un cigarrillo en el patio, me tocó presenciar uno de los hechos más mortificantes de mi existencia. Una mosca que sobrevolaba el techo fue succionada por una de las telarañas ancestrales que gobiernan ese rincón florido de la casa. El batir desesperado de las alitas generó un zumbido portentoso que hizo temblar las hojas del ficus.
La araña, con su espíritu maquiavélico, absorbió a la mosca hacia su cueva techada. Y no volvió a escucharse el retumbar de las alas sino que el silencio se apoderó del patio, del barrio y creo que de todo el universo. Mientras mi cigarro se consumía, comprendí la desesperación del saberse atrapado.

1 comentario:

  1. Belleza.......... De todas maneras , la araña, no puede mas que entregar aquello que por haber detenta y allí también, los principios..

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Ni onomatopeyas, ni interjecciones, ni palabras hirientes, ni pedanterías. Como si fueran mi papá.