El tímido tiene un impedimento fatal para llevar a cabo las acciones que su mente proyecta y desea. Sus actos mueren en el sueño, en la ilusión, ya que todas sus ideas se quedan en ideas. El tímido tiene una fuerza superior que lo restringe y contra la cual no puede luchar. Su memoria, por lo tanto, guarda recuerdos solo de las frustraciones o de las imposibilidades. A veces las disfraza y las reinventa. Se transforma de esa manera, únicamente en el plano de las ideas, en aquello que ha deseado ser o hacer.
En definitiva, el tímido no vive más que en la idea. No existo porque pienso, existo porque actúo. Entonces, el tímido no existe. El tímido no es. El tímido nunca llega a ser.
Detrás de una persona que sufre por su timidez, se encuentra un ser sensible, cobarde, temeroso. El dolor, el error, la desaprobación son trabas durísimas para el vergonzoso.
Lo sé. Soy tímida. Con el correr del tiempo, algunas situaciones se superan. Otras se tornan retos imposibles.
Mi mamá y mi papá son seres tímidos. No hablan, no tienen amigos, ni siquiera visitan a sus familiares. Son seres solitarios que se unieron. A esta altura de sus vidas, no hay mucho por superar, los sueños a alcanzar duermen para siempre en la memoria. Pero cuando estás en esa edad entre la juventud y la adultez, cuando todavía podés hacer algunas cosas pero el tiempo empieza a apremiar, la timidez es la mayor de las desventajas.
Un tímido, lo sé, se muerde los labios o las uñas o el capuchón de la birome, haciendo fuerza para superarse a sí mismo. Encuentra soluciones en el acohol, las drogas, la magia, el autoconvencimiento. Soluciones, ciertamente, vanas, porque no sirven para nada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Ni onomatopeyas, ni interjecciones, ni palabras hirientes, ni pedanterías. Como si fueran mi papá.