martes

La guerra de los sexos

La guerra de los sexos está perdida para el tímido.
Sueña alto, obviamente. Pero ese sueño se torna imposible dada su limitación.
¿Cómo podría hacer el tímido para chamuyarse a una linda chica? Seguramente, lo planea, conoce el discurso apropiado. También, imagina el momento del cruce, la casualidad que los hace chocarse en la calle, en el subte, en la facultad. Tiene calculado el choque de película que ha visto mil veces.
Pero, es humo.
Lamentablemente, el golpazo no se produce. El ego del tímido, otra vez, se ve reducido a cenizas. Porque la realidad es que nunca va a tener a la chica de esos sueños. Su mujer será un paliativo, una compañía. Siempre deseará a la otra, a la única que nunca pudo tener.
Queda el consuelo de que ninguno de nosotros, ni tímidos ni extrovertidos, conquistamos al de nuestro sueño.
Si así lo hiciera alguno de ustedes, bienvenido sea el milagro, la excepción.

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Ni onomatopeyas, ni interjecciones, ni palabras hirientes, ni pedanterías. Como si fueran mi papá.