lunes

De razones

Río, sufro, cago, descanso e, incluso, algunas veces, me como los mocos.
Mis alas de gallina agitan puro polvo.
Y nada más.
Esperaba ser fuego. Y, con el tiempo, me convertí en heladera.
Me da miedo la crueldad;
la barbarie de los presumidos e insensibles, que pierden el pescuezo
espiando al forastero y rechazando al diferente
la bestialidad de los que aman ser ellos mismos,
porque son iguales a todos.
Soy tan estúpida como feliz.
Aunque por períodos me salen unas lágrimas que rocían mis campos resecos.
Y algunos los llaman períodos menstruales.
Yo imagino que se despierta mi espíritu sentimental.

Pero algunos siempre tienen la razón .

Creo que, por sobre todas las cosas,
amaré la imagen del mar hasta que me inunde.
Aunque repudie los ojos inquietos y los cincelados culos danzantes.
Aunque repudie al veraneante reptil y su estirpe de lagartos.
Aunque me duela la arena en las plantas
y me salgan manchas por no usar protector en la espalda.
(No llego y tampoco Nadie)

Pero voy campante por los trayectos que se presentan.
Cantando apagadito para no aturdir a Nadie.
Nadie me escucha atentamente y le gusta como canto.

Tengo suerte.
Soy dueña de algo que no puede ser jamás robado.

1 comentario:

  1. Si. Es inevitable amar ciertas cosas, aunque repudiemos parte de lo que trae consigo.
    Y hacés bien en imaginar que se despierta tu espíritu sentimental, es mejor que pensar que sólo es una cantidad molesta de sangre, saliendo en momentos y lugares incómodos. Yo también sostengo que pasa algo más.

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Ni onomatopeyas, ni interjecciones, ni palabras hirientes, ni pedanterías. Como si fueran mi papá.